
jueves, 31 de mayo de 2007

viernes, 25 de mayo de 2007

Pasaban y pasaban los minutos, al principio los temas de conversación eran variados, desde lo que se hizo el día anterior hasta comentar de la gente que pasaba caminando. Pero mientras mas se acercaba el momento de la entrevista, más incomoda me sentía sentada en una especie de cuneta, sintiendo una bocina que sonaba cada vez que salía un auto, después tratando de evitar que los vehículos que entraban pasaran por encima de mis pies. Luego mirando quienes iban dentro de los autos, mis ojos captaron a Santiago Pavlovic. Lo primero que se me ocurrió como gente normal fue saludarlo, pero en mi mente pensaba que debía mantener la compostura, hasta que sin querer volví a mirar y fue él quien me saludó. Reconosco que en mi cara se formó una sonrisa de forma innata. Seguían pasando los minutos y finalmente vemos salir a nuestro objetivo: Fernando Godoy. Lo primero que pensé fue que se iba a ir, pero nos miró altiro supo que eramos las niñas estudiantes de Periodismo que veniamos a entrevistarlo... bueno... yo iba a sacarle fotos. Resultó ser muy buena onda, tenía gran capacidad para hablar distintos temas, un agrado escuchar sus pensamientos, sus confesiones y decisiones para un futuro.
miércoles, 23 de mayo de 2007

Amo pasar mi tiempo libre caminando por la calle, sentir el viento rozando mi cara, el aire que entra rapido por mi nariz llegando a mis pulmones me hace sentir viva. Mirar el verde de las hojas, los autos pasando, la gente caminando me hace pensar en tanto mundos que estan viviendo en uno grande. Todos tan preocupados de sus cosas que pocos somos capaces de disfrutar de la vida.
jueves, 17 de mayo de 2007

Si, el metro estaba casi vacío. Se podía caminar, sacar fotos tranquilamente. Como añoro esos días en que el metro era un medio de transporte agradable, rápido, pero ahora... todo cambió. Basta con bajar las escaleras de alguna estación y encontrarse con el rico olor a conjunto, algo parecido a huevo... mas bien como sulfuro, realmente un asco, luego vienen las filas interminables, las personas empujan y uno simplemente se mueve con la masa. Ni hablar cuando se acerca el momento de tener que bajarse, es toda una odisea traspasar esa barrera de brazos, piernas y mochilas teniendo en cuenta que los segundos corren en contra para el cierre de las puertas.
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